Hay cosas que pueden esconderse, pero los deseos tienen una forma curiosa de encontrar la luz. Henry y Scott crecieron compartiendo risas, tardes interminables y secretos que nadie más conocería. Primos, sí, pero siempre algo más. Sus vidas parecían estar tejidas por un mismo hilo invisible, pero el tiempo no perdona, y lo que antes era simple, ahora pesa. Las bromas se vuelven más pesadas, las palabras se quedan atrapadas en el aire, sin ser dichas. Henry lo siente primero, un deseo profundo que lo consume en silencio.

Scott, siempre a su lado, pero cada vez más lejos. Con la llegada de la adultez, lo que antes fue certeza se convierte en duda, y lo que fue amistad, ahora es un campo minado de emociones contenidas.

Al final, la pregunta no es si seguirán siendo los mismos, sino si tendrán el valor de aceptar lo que siempre estuvo ahí, escondido entre las sombras.