Durante el siglo XIX las bandas de cuatreros sembraron el terror entre los habitantes de la Región del Maule, en el corazón de Chile. Por el boca a boca de sus víctimas, a través todo el valle, oímos las historias de su astucia, osadía y crueldad, volviéndose una suerte de celebridades. El gobierno que los entrenó y usó años atrás para aplastar los restos de la Resistencia leal a la Corona Española y que una vez completado su servicio los desechó, ahora carecía de los recursos y la valentía para hacerles frente, dejando sus delitos impunes durante décadas. Entre ellos aparecieron algunos bandidos que aplicaban un extraño código moral atacando sólo a los terratenientes con incluso una mayor crueldad, y de vez en cuando ofrecían ayuda a los campesinos oprimidos por estos terratenientes abusivos, a veces por un precio, a veces no. Dentro de esa generación de Bandidos Sociales, estaba el famoso (¿O infame?) Ciriaco Contreras.