Había una cálida brisa primaveral en el aire cuando Elías bajó del tren en la estación. Era su primer viaje a la ciudad, y todo le parecía nuevo y emocionante. Mientras observaba a la multitud que iba y venía, algo llamó su atención: una joven de cabello castaño claro y ojos brillantes, de pie cerca de una de las bancas. Ella parecía estar esperando a alguien, pero cuando sus miradas se cruzaron, el mundo pareció detenerse por un instante.

Elías sintió como si un rayo lo hubiese atravesado. No era solo su belleza, sino algo en su expresión, una mezcla de dulzura y melancolía, que lo atrapó por completo. Sin pensarlo dos veces, decidió acercarse.

"Hola, ¿esperas a alguien?" preguntó con una sonrisa nerviosa.

La joven levantó la vista, y al verlo, su rostro se iluminó con una sonrisa cálida. "No, solo estoy tomando un descanso. ¿Tú también acabas de llegar?"

"Sí, es mi primera vez aquí," respondió Elías, tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza.

"Yo soy Mei,